Viajar para expandir nuestros horizontes
Al menos una vez en la vida hemos oído hablar del proyecto Erasmus, generalmente se cree que se refiere sólo a estudiantes universitarios, en cambio nos hemos dado cuenta en el último año que también los estudiantes de secundaria nos hemos convertido en protagonistas de una experiencia increíble.
El proyecto Erasmus no es sólo una experiencia basada en estudiar o aprender un idioma, sino una fuente de crecimiento mental, que nos abre los ojos hacia otra sociedad, otra forma de vida y otro país.
Personalmente, tuve la oportunidad de ir a España, un país que todos los italianos estamos convencidos de conocer, pero que no es realmente así hasta que experimentamos realmente la vida cotidiana allí. Aprendí a vivir y a adaptarme a una vida cotidiana diferente a la que estoy acostumbrada. Me divertí con mis compañeros para encontrar las semejanzas y diferencias que hay en la vida de los españoles.
El carácter de los españoles es muy parecido al nuestro, son muy abiertos a nuevas amistades, siempre quieren hablar y reírse, de hecho se reúnen a menudo en el polideportivo del pueblo para ver partidos de fútbol y comentarlos. También por la tarde o por la noche se reúnen en el bar del pueblo, donde comen un bocadillo o patatas bravas, que son una de sus especialidades gastronómicas. Contrariamente a la creencia popular, la comida de España no sólo incluye paella, sino también otros platos muy ricos que hay que probar.
Además, es un país rico en historia y cultura, que pudimos comprobar principalmente visitando ciudades tan importantes como Granada, Cartagena, Córdoba y Alicante. Especialmente Granada y Córdoba me impresionaron, porque esconden influencias y culturas diferentes. Principalmente es evidente la herencia árabe, gracias al pasado y a la historia, nos relacionamos con esa cultura que es muy diferente a la nuestra. Cuando paseábamos por las calles no podíamos dejar de ver esta influencia, por ejemplo en las tiendas que había, pero también en la arquitectura tan particular de la ciudad. Un símbolo es la Mezquita de Córdoba, un espectáculo para la vista, es una mezquita árabe con rasgos cristianos, por lo que había una confrontación constante entre elementos cristianos y árabes.
En conclusión, nosotros, los protagonistas de esta aventura, participamos en un proyecto que fue de amistad, de aprendizaje no sólo de la lengua sino también de la historia. Aprendimos a apreciar las diferencias y nos descubrimos a nosotros mismos, porque ése es el objetivo siempre que emprendemos un viaje.
A. P.., VB Ling
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