MONTANDO A CABALLO
Cuando la gente me pregunta qué es lo que me hace sentir libre y totalmente en mi propio mundo, respondo que una silla de montar americana colocada encima de una caballa árabe. Me he pasado la vida con los caballos, y siguen siendo mis mejores amigos. Son muy sensibles y perciben cada detalle que pasa por la cabeza de la persona a la que montan. Son empáticos y si tú estás triste, ellos también lo están. Hay que tener mucho cuidado porque todas las emociones que siente una persona se transmiten, sobre todo en caso de peligro, los caballos se asustan muy fácilmente y siempre hay que mantener la calma y transmitirla.
En primer lugar puede ser cierto que la equitación es más una disciplina que un deporte, o más bien un estilo de vida. Muchas personas que no tienen tanta experiencia piensan que una vez que se suben al caballo, eso es todo. Por desgracia para ellos, se equivocan, así de fácil. La equitación no es sólo un deporte, es una disciplina real y, desgraciadamente, no todo el mundo conoce el duro trabajo que conlleva. No es sólo subirse a una silla de montar, sino que se trata de equilibrio, presión suave y gestos sutiles con las riendas. Afinar la práctica lleva años y años de experiencia, nada se deja al azar, aunque desde fuera no se perciba nada de esto, creo que no hay disciplina tan difícil y una dificultad más la da nuestro compañero el caballo, un animal poderoso pero tan delicado a la vez, una combinación de agilidad, músculos e imprevisibilidad.
Si la combinación funciona (caballo y jinete), el rendimiento del caballo y del jinete será excelente; si no encontramos la armonía adecuada, difícilmente conseguiremos resultados excelentes, quizá buenos pero no excelentes. Uno de los elementos fundamentales en este deporte es la paciencia, nada se consigue con la velocidad y menos con el caballo. La equitación es una disciplina que se mete en la piel, porque la relación con otro ser vivo, el caballo, es simbiótica. Este deporte también puede definirse como una terapia, una terapia para aquellos que necesitan escapar del estrés diario y del estrés laboral.
En segundo lugar, los caballos enseñan a no rendirse, que a pesar de las caídas que sucederán muchas veces, si se intenta de nuevo, siempre se logra. Otro elemento esencial que aprendí de este deporte es la confianza, solo algunas personas pueden confiar plenamente en un animal que pesa toneladas y es impredecible, nadie puede predecir sus disparos o comportamientos.
En conclusión yo, como experiencia personal, puedo decir que montar un caballo es también una manera de olvidarse de la propia vida por un momento, dejarse llevar y estar en un mundo aparte, que solo los apasionados pueden entender. Gracias a los caballos logré dejarme ir, lo que no es nada fácil, sobre todo para mí y volar con la cabeza y el cuerpo, a pesar de no tener alas.
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